De lo infinitamente grande
Resumen
La frase “lo veo y no lo creo” nos recuerda lo irritante que puede resultar la persistencia de la incredulidad propia ante lo que a uno mismo le resulta claramente irrefutable. Ante tan incómoda y poco halagadora irritación, uno siempre puede responder de manera simple pero eficaz: cerrando los
ojos. Esta respuesta, además de ser poco práctica, tiene la desventaja adicional de no brindarnos nada interesante, lo cual suele ocurrir con aquello que
nos resulta evidente.
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