Reseña del libro Imaginario social y representaciones sociales: teorías sobre el saber cotidiano

♦ Luis Pérez Álvarez, Gustavo Adolfo Enríquez Gutiérrez (coordinadores)

uaem (Praxis Digital 7), Cuernavaca, 2016, 446 páginas
isbn: 978-607-8434-68-8

Descarga


La Universidad Autónoma del Estado de Morelos, incentivando su compromiso social, se establece como un actor imprescindible en los procesos de difusión científica tan pertinentes en México hoy en día, que el quehacer de la investigación y difusión de paradigmas culturales repensados se transforma en un deber social. Siguiendo así su tradición nos presenta el compendio colaborativo titulado Imaginario social y representaciones sociales: teorías del saber cotidiano, en el que se vislumbra un diálogo de opiniones aparentemente equidistantes, no obstante necesarias para la construcción de nuevas sociedades a través del dialogismo.

Como lo indican en la introducción Gustavo Adolfo Enríquez Gutiérrez y Luis Pérez Álvarez, el presente volumen se especifica como una conversación en torno al análisis y la difícil conceptualización del imaginario social y las representaciones sociales. Compuesto por seis piezas de análisis y un epílogo, el libro de poco más de cuatrocientas páginas se desenvuelve a partir de los ejes argumentativos teórico-metodológicos de Moscovici y Durkheim en emulación, quienes exploran las representaciones sociales, y de Castoriadis para adentrarse en el imaginario social y en el imaginario radical y establecer la interacción entre posturas que versan sobre la metodología de la investigación social, las representaciones sociales reales y los contextos histórico-sociales sobre la construcción de género, que se desarrollan en las perspectivas abordadas, las cuales se reflejan o contraponen en momentos pero también buscan acercarse a una definición aplicable a nuestro contexto sociocultural. Estas propuestas se abocan a observar lo cotidiano a través de las creencias, valores, conocimientos y actitudes que se determinan para representar el mundo del individuo.

Raúl Enrique Anzaldúa Arce comienza el diálogo con la imposibilidad de una correcta definición del imaginario. Esto se produce debido a los múltiples términos usados, ya sea de manera endeble o siguiendo una construcción teórica que no hilvana de la definición real. Así, Anzaldúa Arce presenta la situación actual en la que el término de imaginario se reduce a una definición simplista carente de reflexión. Su propuesta es, entonces, aproximaciones teóricas y metodológicas, ya sea que definan el problema del imaginario o busquen su correcta delimitación conceptual. Según Anzaldúa, esto se logrará a medida que se considere cabalmente la explicación del mundo y el correcto entendimiento del estatus del ser humano. Entonces, hace un recorrido por diversas posturas y ofrece una argumentación crítica sobre posibles vertientes no exploradas. Recupera de Sergio Caletti la explicación tripartita del uso del imaginario y considera a Durkheim y Mauss para introducir las clasificaciones primitivas. Anzaldúa Arce se establece como crítico del descuido reflexivo que las sociedades científicas han mostrado en el desarrollo de congresos y publicaciones, ya que son clasificadas de manera ambigua. Finalmente, establece también la conexión entre lo imaginario y las representaciones sociales, mostrado principalmente en Lidia Girola (2012).

Luis Pérez Álvarez, coordinador y aportador para este volumen, bosqueja el desarrollo teórico de Castoriadis sobre el concepto de su tema central: las significaciones imaginarias sociales. Se ofrece una breve reseña biográfica de Castoriadis, así como las afiliaciones políticas que debieron permear en su labor e investigación científica, pues, como lo indica el mismo Castoriadis, el pensamiento debe estar contextualizado en la militancia política. Pérez Álvarez menciona las dificultades de clasificación de una obra tan compleja como la de Castoriadis; sin embargo, bosqueja de manera cronológica la evolución conceptual de las significaciones imaginarias sociales (sis), desde 1975 hasta 1996, las cuales se fundamentan en la oposición al pensamiento determinista y buscan, por el contrario, el desarrollo de un pensamiento filosófico que promueva una autonomía individual. Las sis definen lo que somos, lo cual es imprescindible para la creación de cultura y sociedad.

Gustavo Adolfo Enríquez Gutiérrez, también coordinador y aportador, a su vez contrasta la perspectiva anterior con el concepto de las representaciones sociales desarrollado novedosamente por Moscovici. Este concepto surge con Durkheim al indicar que lo que se denomina representación colectiva es el resultado de la suma de las ideas pensadas individualmente pero integradas socialmente. De esta manera, las representaciones colectivas son la suma de las representaciones individuales. Sin embargo, según Moscovici, estas representaciones colectivas no reconocen el papel de la sociedad en la construcción de tales ideas.

Adela Noemí Bahena Alarcón explora lo que quizá posee mayor relevancia, dados los eventos que son presentes, los cuales demandan nuevas significaciones que contribuyan a la construcción del género. Bahena Alarcón parte del concepto de dualidad de Morant (1998) al hacer énfasis sobre la naturaleza binaria del ser como femenino y masculino. Incluye a Castoriadis para repensar el concepto de construcción imaginaria social e individual del sujeto. Retoma el concepto de magma, también incluido por Castoriadis y retomado por Pérez Álvarez, al enfatizar aquello que ya se ha solidificado en las instituciones y donde ya la autorreflexión no tiene apertura. El propósito está centrado en el afán de una “actividad reflexiva y de deliberación” para el cuestionamiento de la identidad de género, la masculinidad propia y ajena, y su vinculación con sus semejantes. Bahena Alarcón, como Pérez Álvarez, recurre a la reconstrucción del pensamiento de Castoriadis para la fundamentación de su argumento sobre el pensamiento crítico, elemento fundamental en su tesis, ya que asume un sujeto cambiante donde, a través de su autonomía y autorreflexión, logra una reconfiguración de sí mismo y de su papel con otros, haciéndose así responsable de su camino.

Cecilia Martínez Díaz se suma al tono contemporáneo de Bahena Alarcón para incluir al diálogo a los grupos de personas con discapacidades. Su enfoque crítico bosqueja las representaciones sociales que se han instaurado en México para describir a los grupos de personas con discapacidad y sobre la manera en que el resto de los individuos interactúa con ellos. Se fundamenta en Moscovici y hace un recuento de la noción de que el individuo posee cierto pensamiento que es inevitablemente el resultado de la sociedad de la que es testigo. Estas representaciones sociales son simbólicas, ya que incluyen un componente imaginario que se establece como una institución que impone sentido, y es así como los individuos ven el mundo. Se propone dibujar las imágenes y actitudes que se establecen como referentes de los grupos de discapacitados. Entender lo anterior será efectivo para la correcta delimitación de los espacios sociales a los que las personas discapacitadas han sido relegadas debido a nuestra inhabilidad de reconocer también individuos en ellos.

Finalmente, Lorena Porcayo Taboada propone bosquejar de manera descriptiva la metodología desarrollada por Moscovici en 1961 en el texto El psicoanálisis, su imagen y su público para la aproximación a las representaciones sociales, con lo cual también se une a las voces femeninas de Bahena Alarcón y Martínez Díaz al incentivar la organización y difusión de la investigación científica, para que sea una herramienta para los estudiantes que se enfrentan a la investigación social.

A modo de epílogo, María Luisa Murga Meller se enfrenta a la interrogante central de este volumen: ¿de qué manera se constituyen las sociedades y cómo se expresan? Con argumentos de Durkheim y Moscovici se aproxima a la complejidad de la resolución de tal interrogante. El sujeto es sólo y es en interacción con la sociedad, de la misma manera que la sociedad es sola y al mismo tiempo es constituida por todos los sujetos. Su reflexión es tan profunda que llega incluso a cuestionar las diferencias entre representaciones sociales e imaginario, enfatizando de esta manera el núcleo de este volumen.

Como conclusión, esta compilación ofrece un acercamiento a las teorías fundadoras de los teóricos que exploraron el pensamiento grupal, empero el presente volumen permite la apertura al diálogo sobre la reconfiguración de valores e ideas que deben ser cuestionadas, o al menos reformuladas para que, mediante esta ebullición de conflicto y el aumento de temperatura que ofrece la confrontación de ideas aparentemente ajenas, para que se forme un nuevo magma, como lo definió Castoriadis, que permita la solidificación de conceptos arraigados en el colectivo que ya no aportan, y así la sociedad logre transformarse y nutrirse de su misma historia, al momento que se reconstruye mediante la imaginación de nuevas ideas. Ésa es la única esperanza para la supervivencia de la sociedad.



Joyzukey Armendáriz Hernández
Facultad de Filosofía y Letras (ffyl), Universidad Autónoma de Nuevo León (uanl)