Activist design and drag
Gabriela Contreras El diseño centrado en el usuario significa un avance nuevo en
el paradigma del diseño. Aunque la mayoría de las investigaciones
se inclinan a diseñar experiencias gratas, éstas no concuerdan
con lo que perciben las personas que hacen drag: pese a la
incomodidad inicial, esta actividad se convierte en una acción
primordial, pues consideran esencial el visibilizar la dimensión
política en las expresiones de género, además de ayudarles en
su realización personal. Este artículo presenta un caso de estudio
que identifica seis razones por las cuales las personas eligen
expresarse con respecto al género por medio del drag y se comparan
con seis maneras de hacer diseño activista, concluyendo
que las personas que hacen drag diseñan experiencias activistas
mediante la articulación estilo-moda-vestimenta. User-centered design means a new advance in the design paradigm.
Although most research tends to design pleasant
experiences, these do not agree with what people who do drag
perceive: despite the initial discomfort, this activity becomes a
fundamental action because they consider it essential to make
the political dimension visible in gender expressions, in addition
to helping them in their personal fulfillment. This article
presents a case study that identifies six reasons why people
choose to express themselves regarding gender through
drag and compares them to six ways of doing activist design.
The conclusion is that people who do drag design activist
experiences through the style-fashion-clothing articulation.
paradigma del diseño, diseño crítico, diseño activista, drag, estudios sobre moda, estudios culturales design paradigm, critical design, activist design, drag, fashion studies, cultural studies Gui Bonsiepe (1991) planteaba que la reinterpretación del diseño prescindiendo del marco de
referencia de la gute Form o del good design podría ser útil para la disciplina; sin embargo, este
paradigma persiste hasta hoy gracias a lo efectivo que resulta para el mercado y la producción
masificada de objetos. No obstante, si las investigaciones se dirigen a indagar fenómenos
particulares de comunidades o usuarios fuera de la norma, se puede observar que el diseño
puede tener otras funciones. En este artículo se enuncian los principios sobre los cuales el diseño industrial logró ser
independiente y tener relevancia ante otras disciplinas de mayor tradición, para después migrar
hacia nuevas formas de investigar y hacer diseño. Por ejemplo, el diseño centrado en el
usuario, que comprende el estudio de las emociones desde la teoría constructivista, y el diseño
de experiencias, en el que aparentemente el proceso de creación se centra en la persona
para producirle emociones agradables y mejorar su calidad de vida. Sin embargo, aunque se
generen nuevas metodologías, los resultados se identifican dentro del antiguo paradigma,
pues, en realidad, estos procesos se centran en el producto u objeto diseñado. Además de la propuesta de Bonsiepe, Findelli (2001) ya cuestionaba la manera en la que
se debía abordar el quehacer del diseño; puso en duda el proceso de enseñanza-aprendizaje
de esta disciplina y escribió sobre las consecuencias de seguir creando desde el antiguo
paradigma.
Un análisis profundo sobre cuestiones que parecen superficiales —como la forma en la
que ensamblamos nuestra vestimenta diaria a través de la articulación estilo-moda-vestimenta
planteada desde los fashion and cultural studies— permite enlazar ciertas características y
emociones que genera el hacer drag con las maneras principales de practicar el diseño activista
que plantea Markussen (2013). Esto se comprueba aquí con el análisis de una serie de
entrevistas a cinco personas que hacen drag. El discurso político es una de las razones que
más mencionan, además de que describen que su experiencia con esta actividad rebasa los
límites de lo que se podría considerar como emociones agradables, ya que la alegría desbordada
y la sensación de autorrealización son difíciles de obtener de alguna otra manera y exceden
cualquier descripción textual o categorización. El surgimiento del diseño como disciplina es reciente si se compara con el de otras, como el
arte o la sociología. En gran parte, el reconocimiento tardío fue porque el diseño tomó prestados
conceptos de estas otras disciplinas, por lo que se le vio como una ramificación inferior
a los campos de conocimiento tradicionales. Por ello, sus practicantes y docentes buscaron
independizarlo, para que sus estudios obtuvieran mayor relevancia. Escuelas como la Bauhaus y la de Ulm establecieron los pilares sobre los cuales aún descansa
el paradigma del diseño, que bien podría estar resumido en dos documentos. En el primero,
de Dieter Rams, se encuentran los diez principios del buen diseño, los cuales establecen
que el diseño debe ser innovador, útil, estético, entendible, discreto, honesto, duradero,
fiel, respetuoso con el medio ambiente y minimalista (De Jong, 2017). En el segundo se encuentra
la definición de diseño industrial de Tomás Maldonado, director de la escuela de Ulm
en 1958: “significa, normalmente, la planeación de objetos fabricados industrialmente, esto
quiere decir, creados a partir de maquinarias y en serie” (Bonsiepe, 1999). En otras palabras,
el diseño industrial consiste en manufacturar productos en serie que serán consumidos por
la mayor cantidad de personas posible en todo el mundo. De esta manera se estableció que
el elemento principal del diseño industrial es y será la relación diseñador-producto. Ambos
conceptos, entre otros, contribuyeron a definir de manera concreta lo que debe hacer un diseñador
industrial y la función de esta disciplina, y permitieron que se reconociera como un
campo del conocimiento importante en las ciencias sociales. Recientemente, se ha buscado ampliar los alcances del diseño al indagar en la relación
que los usuarios tienen con el producto diseñado. Algunos ejemplos de los nuevos enfoques
son el diseño centrado en el usuario, el estudio de las emociones y el diseño de experiencias,
en donde se añaden los elementos que se deben observar, más allá de sólo la relación diseñador-
producto: usuario, interacción, artefacto y contexto (Ortiz Nicolás y Aurisicchio, 2011),
los cuales se toman en cuenta en los nuevos campos del diseño. Al extender la investigación hacia otros elementos se abren las puertas a relaciones más
diversas, como las que hay entre el sujeto y el producto. Artículos como el de Ortiz Nicolás
et al. (2013) exponen las razones por las cuales el diseño de experiencias y emociones beneficia
tanto a las empresas como a los usuarios. Por ejemplo, con esta metodología se pueden
desarrollar productos para un público específico, así el producto aumenta sus probabilidades
de contribuir al bienestar y mejoramiento de la vida de dicho público. Por otra parte,
en el ámbito empresarial, el diseño centrado en el usuario puede reducir el número de
fallas en la planeación de productos y con ello disminuir los costos de producción. Parte del diseño centrado en el usuario es el diseño de experiencias, el cual se basa en
el estudio de las emociones. Se plantea que esta rama del diseño también puede estudiar
cómo los usuarios generan cierto apego afectivo hacia los productos que compran (Ortiz
Nicolás et al., 2013). En una forma similar, el artículo de Hassenzahl (2008) indaga sobre las
emociones que generan en una persona lo que él llama productos estupendos. En ambos
casos, los hallazgos están enfocados en generar ventajas dentro del mercado; por ejemplo,
estudiar el apego podría aumentar la aceptación de productos nuevos que continuamente
son lanzados para su compra y reafirmar el papel central que tiene el objeto en la industria
y en el quehacer del diseño. Aunque en estos dos casos las emociones se estudian desde la teoría constructivista (Meilselman, 2016), ambos autores resaltan únicamente las emociones
agradables y excluyen las desagradables de la experiencia humana completa. A pesar de que en los ejemplos anteriores no se mencionan los principios del buen diseño
como tal, se nota una inclinación por orientar la práctica del diseño a sensaciones agradables,
placenteras y productos estupendos. Así, las buenas experiencias sustituyen a la
buena forma. El paradigma sobre el cual se basa esta idea de diseño centrado en el usuario
no difiere demasiado del positivista y modernista, basado en el avance económico, tecnológico
y científico del diseño industrial. Por ejemplo, compañías como Apple toman en cuenta
los principios del buen diseño para hablar de innovación tecnológica al desarrollar productos
estupendos que mejoran la calidad de vida de las personas. Es importante recordar que el legado de Maldonado y Rams perdura hasta nuestros días
porque delimitaron el quehacer y la función del diseño; en el caso de Rams, sus principios se
consideran visionarios porque agregan una función social (útil y honesto) y contemplan el
impacto que el diseño industrial podría causar en el medio ambiente. De esta manera la disciplina
del diseño tomó fuerza y relevancia gracias al trabajo de Maldonado, Rams y otros. No
obstante, es necesario considerar que tanto la Bauhaus como la escuela de Ulm existieron en
un contexto donde el bienestar social se enfocó en recuperarse de las guerras mundiales y
donde se consideraba el medio ambiente como una fuente de recursos de los cuales se podían
servir las personas cuantas veces quisieran, en nombre del progreso de la humanidad. En la actualidad valdría la pena analizar la vigencia de las funciones que se adjudican al
diseño, ya que otros teóricos han notado algunos problemas que la delimitación del diseño
industrial ha traído consigo. Findelli (2001) considera que el diseño actual toca al menos uno
de los tres pilares del paradigma antiguo, ya sea por “la materialidad y su metafísica subyacente,
sus métodos positivistas de investigación, o su manera de ver el mundo de forma agnóstica
y dualista” que la noción “filosófica y antropológica (del diseño) se vea en extremo limitada”.
En consecuencia, al usuario se le considera como: un consumidor o, en el mejor de los casos, como un ser humano limitado dentro del marco
de la ergonomía y la psicología cognitiva; la estética se basa casi exclusivamente en
las formas y cualidades materiales; el código ético se origina en la cultura de los negocios,
contratos y acuerdos; la cosmología está restringida dentro del mercado; el sentido
de historia se condiciona por el concepto del progreso material; y el sentido del tiempo
se limita a los ciclos de la industria de la moda, la innovación tecnológica y la obsolescencia
(Findelli, 2021). Lo anterior reduce al diseño a ser un “efecto del producto ingenieril y de marketing” (Findelli,
2001). Sin embargo, no todo perpetúa el paradigma en diseño que parece no ser vigente
en el mundo contemporáneo. Una de las principales diferencias entre el diseño de experiencias y el enfocado en productos
es el factor afectivo y contextual que se da en la experiencia, es decir, en un tiempo
y espacio determinados que modifican nuestra reacción cuando interactuamos con algún
producto de diseño. Estudiar las emociones que nos provocan las interacciones permite alcanzar
un entendimiento completo de la experiencia. Por ejemplo, no es lo mismo utilizar un
iPhone 12 en el domicilio de un usuario que en una de las estaciones más transitadas del metro
de la Ciudad de México; tampoco resultaría la misma experiencia utilizarlo en una estación
del metro de Tokio. El primer sitio tiene características especiales que modifican tanto la experiencia
como la emoción producida en esta interacción, e incluso la intención del usuario
para provocarla. Entonces, para analizar una experiencia por completo, es necesario estudiar
los elementos que la conforman entrelazada e inseparablemente. Aunque en el diseño centrado
en el usuario se menciona repetidamente la importancia del contexto, no se ha abordado
en profundidad en los estudios del diseño. Tal vez ha sido poco explorado debido a su
complejidad (Ortiz Nicolás, 2019), ya que para abordar adecuadamente las diferentes estructuras
que conforman el contexto sería necesario involucrar otros campos del conocimiento,
como la sociología, la psicología y la filosofía. Si bien actualmente el diseño es una disciplina
independiente, comparte la necesidad de transitar hacia un nuevo paradigma. Una de las características del paradigma anterior es que busca sobreponerse a las funciones
sociales y éticas del diseño. Esto quiere decir que existe otro tipo de diseño. Por ejemplo,
el diseño crítico cuestiona las prácticas tradicionales del diseño industrial al proponer
productos de diseño que sean usados para movilizar el debate y la investigación que se desenvuelve
a través del proceso creativo de diseñar objetos de compromiso social y activismo
creativo. En él, los diseñadores rechazan la función limitada por la producción de objetos concebidos
solamente para una ganancia económica y el desarrollo tecnológico (Malpass, 2019). Históricamente el diseño crítico descansa sobre el producto; sin embargo, volvemos a la
experiencia del usuario en sí misma si consideramos sólo aquellos productos que portamos
(como la ropa). A lo largo de la historia de la humanidad, hemos jugado con la ropa como si
fueran ready-mades. “La conceptualización de ready-made emana del trabajo del artista francés
Marcel Duchamp, quien encontraba objetos, los alteraba de alguna manera y los representaba
como arte” (Gildersleeve y Guyotte, 2020); es decir, hemos ensamblado capas y partes
de algo industrializado y nos lo hemos apropiado, de manera que articulamos significados
y mensajes con nuestra vestimenta. El concepto estilo-moda-vestimenta (Tulloch, 2010) es una articulación que tiene varias
características pertinentes para el desarrollo de esta investigación: Diría Hölderlin que aunque más tarde no recordemos mucho, Escuinapa, como Eleusis,
es un lugar al que hay que volver.
La vestimenta nos ha acompañado a lo largo de nuestra historia, y las configuraciones que
hemos hecho a través de la articulación estilo-moda-vestimenta han sido de gran importancia
en la mayoría de las épocas pasadas, pues se creó un código de vestimenta aceptado por
la sociedad para encajar en ella. No obstante, estos códigos han sido modificados por personas
que buscan su individualidad. Esta ruptura es casi tan antigua como lo es nuestro uso
de la ropa; por ejemplo, la palabra kabuki deriva del término kabukimono, es decir, una persona
divertida, extravagante y vanguardista que dirige la atención hacia ella misma mediante
un comportamiento poco convencional (Kesako, 2016). Aunque esta palabra se relaciona
con toda la tradición del teatro japonés, hoy en día la palabra queer podría tomarse como la
versión actual de kabukimono. Queer es un concepto paraguas que engloba a las personas que están fuera de la norma
heterosexual, las normas del género y la sexualidad, a través de diferentes formas de pensar
o actuar; incluso cuestiona las categorías lésbico, gay, bisexual y trans (lgbt) de la diversidad
sexual (Barker y Scheele, 2016). En este término paraguas se encuentra el drag, que viene de
dress like a girl. De ahí que las drag queens fueran definidas como los hombres que utilizan
ropa socialmente asignada a las mujeres. Lo queer, como una nueva versión del kabuki, representa
una idea completa, no es sólo una apariencia. El drag muestra que las identidades son difíciles de definir o categorizar (Doonan, 2019),
y al diseñar estas identidades por medio de la articulación estilo-moda-vestimenta y del uso
de maquillaje, las personas que hacen drag podrían estar desarrollando una manera de diseño
activista (Markussen, 2013). Aunque el acto de diseñar no es en sí un boicot, una huelga, una protesta u otro acto político,
el diseño activista es un tipo de investigación crítica en el diseño que busca saber cuál
es su efecto en la cotidianidad de las personas y que dirige su poder de agencia a intervenir
en su vida. Se puede presentar de seis formas diferentes: 1) artefactos demostrativos, que revelan
alternativas positivas superiores al statu quo; 2) un acto de comunicación, en el sentido
de hacer la información visual, trazar mapas y símbolos; 3) evaluar sistemas de acciones convencionales
y proponer legislación; 4) escribir polémicas y testificar en reuniones políticas;
5) diseñar un artefacto que provea ayuda humanitaria a un grupo o población en necesidad,
o generar eventos como conferencias, charlas, instalaciones o exhibiciones, y 6) diseñar un
artefacto de protesta que confronta la realidad de una situación injusta en busca de levantar
reflexión crítica respecto a la moralidad del statu quo (Markussen, 2013). Por ello, esta investigación busca constatar que por medio del drag las personas diseñan
experiencias activistas a través de la articulación estilo-moda-vestimenta. Este estudio es de
enfoque cualitativo por la naturaleza de la técnica, así como por la recolección y procesamiento
de los datos. Asimismo, es de tipo exploratorio debido a que no existen antecedentes directos
que enlacen la actividad del drag con la experiencia de usuario y el diseño activista,
por lo que se propone un enfoque general a partir del planteamiento principal. Los participantes,
cuyas edades oscilan entre 19 y 45 años, fueron seleccionados tomando en cuenta
su disponibilidad para colaborar en el estudio y que contaran con internet y un dispositivo
para conectarse. También fue importante que tuvieran mínimo un año haciendo drag y por
lo menos el mismo tiempo en la práctica del maquillaje. El género fue indistinto; se incluyeron
femenino, masculino y no binario. El instrumento de recolección de datos consistió en un guion de entrevista semiestructurada
a profundidad. Debido a la contingencia por covid-19, las entrevistas se realizaron por
medio de la plataforma digital Zoom, que permitió la grabación de los testimonios de cinco
personas que hacen drag ubicadas en Querétaro, Puebla, Estado de México, Aguascalientes
y Ciudad de México. Con el fin de conocer las razones por las cuales se sienten motivadas a
hacer drag, la duración de cada entrevista fue de 50 a 70 minutos; antes de la grabación del
video se les informó sobre el estudio, su objetivo, el tiempo de duración de la entrevista y de
la grabación para fines de investigación, así como del anonimato. Los datos obtenidos fueron procesados y analizados a través de la categorización manual
con base en Fernández Núñez (2006). Se identificaron seis razones por las cuales las personas hacen drag: Yo sí pienso que cualquier persona puede hacer drag. Yo sí pienso que las mujeres también
pueden hacer drag, o sea, no hay límites aquí; no sé si los animales, yo creo que eso sí ya
no, porque más bien es cosa de seres humanos. Pero sí: yo sí creo que el drag no sólo es
para hombres gays, yo creo que hasta hombres heterosexuales podrían hacer drag, ¿no?
(Astourjean, comunicación personal, 17 de abril de 2021). Yo sí pienso que cualquier persona puede hacer drag. Yo sí pienso que las mujeres también
pueden hacer drag, o sea, no hay límites aquí; no sé si los animales, yo creo que eso sí ya
no, porque más bien es cosa de seres humanos. Pero sí: yo sí creo que el drag no sólo es
para hombres gays, yo creo que hasta hombres heterosexuales podrían hacer drag, ¿no?
(Astourjean, comunicación personal, 17 de abril de 2021). Expresión. Esta razón es una de las más importantes y repetidas a lo largo de las entrevistas.
A través del drag, las personas se sienten realizadas al poder compartir y comunicar mensajes
que de otra forma sería difícil transmitir. Soy una persona muy proactiva y estas cosas, y me gusta mucho generar como toda esta
onda de… como… no sé: de plasmar mi arte en cualquier lugar; o sea, siempre intento
como estarme metiendo, que me puedan ver y tener visibilidad; o sea, me encanta meterme
a estas cosas con propósito y con algún camino (Isabella, comunicación personal,
17 de abril de 2021). No es una máscara: es un complemento de nuestra expresión. Nosotros nos expresamos
y el maquillaje es simplemente un complemento; no estoy ocultado mi rostro, no estoy ocultando mi [visión], no estoy ocultando nada; simplemente estoy complementado
como me gusta verme, como me gusta que los demás me vean y expresarles, ¿no? Que
a través del maquillaje de un día, diga “ay, me siento triste, me pongo lágrimas”, je, je. O
que un día diga “me siento muy feliz”, y, no sé, me hago una colorimetría en sombras que
esté muy coqueta, muy llamativa, muy brillosa. O sea, yo siento. Por esa parte empecé a
maquillarme, porque yo quería que el mundo entendiera que el maquillaje era para todos
y que es una expresión (Beatriz, comunicación personal, 17 de abril de 2021). Empatía. Las personas que hacen drag buscan vivir experiencias de otras subjetividades; en
la mayoría de los casos, buscan empatizar con las problemáticas de las mujeres. Yo siempre era que Lady Crystal; es una princesa y no podía tener su trono porque era
una mujer y no era bien visto que una mujer tuviera tanto poder; entonces, la acusaron
de bruja y la mataron. Por eso, Lady Crystal llegó a esta era, pero se está modernizando.
Entonces como que ya no te acusan de bruja, ahora ya te acusan de otras cosas y te dicen
que es tu culpa, y, entonces, Lady Crystal quiere llegar a esta parte en donde te dice
“No es mi culpa, nunca fue mi culpa” (Beatriz, comunicación personal, 17 de abril de 2021). Protección. Para muchas personas, el drag ha sido una manera de sobrevivir a las críticas y a
la presión que la sociedad ejerce para ser de determinada manera, también ha sido un lugar
seguro en el cual se pueden resguardar cuando se les discrimina. Confronté mucha discriminación en las aulas de la unam [Universidad Nacional Autónoma
de México], de los profesores que enseñan teatro, de la misma span style="font-variant: small-caps">unam
orcid: 0000-0002-7225-7601/comagabriela@gmail.com
Posgrado en Diseño Industrial, Universidad Nacional Autónoma de México (unam)
resumen
abstract
palabras clave
key words
Introducción
El buen diseño y las buenas experiencias
Diseño crítico, fashion studies y cultural studies
Resultados
Integración. En este apartado las personas entrevistadas expresaron que uno de los motivos
para hacer drag es conocer otra faceta de su persona y sentirse parte de un todo y en conexión
con el resto del mundo. Buscan superar los límites impuestos por las reglas sociales que
excluyen y dividen actividades según el género asignado al nacer.
Educación. Las personas entrevistadas coinciden en que su presencia en un espacio público genera preguntas, y el que constantemente sean abordadas para responder a los cuestionamientos es una manera de abrir la conversación sobre el género.
Más que nada empecé a querer hacer drag y maquillaje en general porque, pues, yo también quería dar este impulso a chicas y chicos de que no le tengan miedo de que su maquillaje al principio se vea mal o que la gente los vea mal (Isabella, comunicación personal, 17 de abril de 2021).
Discurso político. Este apartado es el de mayor relevancia, dado que las cinco personas entrevistadas mencionaron ampliamente su intención de involucrarse políticamente a través del drag.
En cierto modo huimos de esa normatividad o esa forma de la vida que nos enseñaron
que nos es… ¡incómoda! Sinceramente, yo creo que cualquier chica que hace drag se siente
incómoda con todas las normatividades, con todo el deber ser que se le ha impuesto.
Me acuerdo que una vez una maestra me decía, en mi escritura pero también en mi
drag, “es que tú partes desde tu inconformidad, o sea, tú estás inconforme con muchas
cosas”, y nunca lo había visto así, pero ¡tiene razón! Si no estuviera inconforme a lo mejor
sería un hombre supernormado y diría “ay, el maquillaje, qué asco” o “ay, esas vestidas”
o no sé qué cosa; entonces, sí parte de ahí, también es un poco de ahí. Como que es
un statement político, porque me gusta hacer statements de la sociedad para poder generar
un cambio y aportar mi semillita hacia la sociedad (Astourjean, comunicación personal,
17 de abril de 2021).
[Mi drag] surge por un cuestionamiento directo a los roles de género, de entrada. Mi intención
era cuestionar todas estas ideas que se construyen alrededor de la expresión del
género, sobre todo desde mi muy personal perspectiva y experiencia como hombre de
piel morena, hombre gay, como hombre que se traviste (Grecia, comunicación personal,
18 de abril de 2021).
El drag empieza como una parte de protesta; la gente empezó a protestar de esta forma. Entonces, yo empecé a hacer drag por lo mismo de que, como comunidad, hay muchas cosas que a nosotras, como mujeres trans o como hombres gays o mujeres lesbianas y todas las siglas más, no nos respetan, tanto derechos como nuestra libertad. No somos libres como una persona cis-hetero hombre (Isabella, comunicación personal, 17 de abril de 2021).
Tomando en cuenta la teoría y las razones por las cuales las personas hacen drag, se puede concluir que se hace un diseño activista cuando se diseña un personaje drag articulando estilo-moda-vestimenta. A continuación, se presentan las similitudes entre los artefactos de diseño activista y las motivaciones para hacer drag.
Es importante resaltar que el único punto del diseño activista que no coincide con la actividad del drag es en el que se evalúan sistemas de acciones convencionales y se proponen o modifican legislaciones. Es probable que esto tenga que ver con que quienes hacen drag dificulten establecer una identidad fija, y aún en la diversidad sexual las categorías se perciben como fijas. La apariencia y el género conforman un constructo social que constantemente escapa de las legislaciones, en su mayoría hechas sobre binarios. Esta característica está presente incluso en el ejercicio de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Por otro lado, el análisis de las entrevistas arrojó que, aunque existen múltiples factores, la experiencia de hacer drag evoca constantemente emociones desagradables, debido a la confrontación social a la que se exponen, pero esto sólo es un medio para llegar a un fin, porque después de la confrontación las personas sienten que esta actividad contribuye a su bienestar, pues experimentan emociones desbordadas como la alegría, la sensación de completitud y de realización personal, que rebasan las categorías constructivistas de lo agradable y desagradable.
Estar arriba del escenario en cualquiera de sus presentaciones a mí me fascina y me llena el alma y mi corazón al full; entonces, Tatiana es increíble en el escenario; me gusta mucho recibir toda esta buena vibra de la audiencia y también algunos fuck you y algunos abucheos, ja, ja. Me vale. Equis. Pero el contacto con los demás y que me estén viendo para criticarme, pues sí, o sea, para gritarme como “¡eso, mamona!”, me llena mucho, es algo que no se puede describir con palabras (Beatriz, comunicación personal, 17 de abril de 2021).
Finalmente, se propone estudiar este tema de manera más amplia en otros artículos para
abordar la cuestión de la estética disruptiva que el drag puede contener, así como profundizar
en las estructuras que el contexto de esta experiencia puede tener, en particular, la dimensión
política, que podría ligarse al diseño activista urbano y al performance del drag.
Barker, M. J. y Scheele, J. (2016). Queer, a Graphic History. Icon Books.
Bonsiepe, G. (1999). Del objeto a la interfase. Ediciones Infinito.
Doonan, S. (2019). Drag: The Complete Story. Laurence King Publishing.
Fernández Núñez, L. (2006). Fichas para investigadores. ¿Cómo analizar cualitativos? Butlletí LaRecerca, ficha 7, octubre.
Findelli, A. (2001). Rethinking Design Education for the 21st Century: Theoretical, Methodological, and Ethical Discussion. Design Issues, 17(1), 5-17. https://doi.org/10.1162/074793 60152103796
Gildersleeve, R. E. y Guyotte, K. W. (2020). Readymade Methodology. Qualitative Inquiry, 26(8-9), 1122-1130. https://doi.org/10.1177/1077800419881661
Hassenzahl, M. (2008). “User Experience (ux): Towards an experiential perspective on product quality”. ihm ’08: Proceedings of the 20th Conference on l'Interaction Homme-Machine, 11-15. https://doi.org/10.1145/1512714.1512717
Jong, C. W. de (2017). The principles of good design. Prestel.
Malpass, M. (2019). Critical Design in Context: History, Theory, and Practices. Bloomsbury.
Markussen, T. (2013). The Disruptive Aesthetics of Design Activism: Enacting Design Between Art and Politics. Design Issues, 29(1), 38-50. https://doi.org/10.1162/desi_a_00195
Meilselman, H. L. (2016). Emotion Measurement. Elsevier.
Ortiz Nicolás, J. C. y Aurisicchio, M. (2011). A scenario of user experience. International Conference of Engineering Design 11. Imperial College London.
Ortiz Nicolás, J. C., Aurisicchio, M. y Desmet, P. M. A. (2013). How users experience great products. International Association of Societies of Design Research, 5546-5557.
Ortiz Nicolás, J. C. (2019). Deconstruyendo el contexto para entender su impacto en la experiencia del usuario. Diseña (14), 184 - 207. https://doi.org/10.7764/disena.14.184-207
Tulloch, C. (2010). Style-Fashion-Dress: From Black to Post-black. Fashion Theory, 361-386.