♦ Claudia Hernández de Valle-Arizpe
Tres poemas
I
Hace décadas, en Wimpole,
Un retrato sin cara,
y en mi cabeza
de un libro
Las páginas de Poe
¿Vendrá de allí House with a Roof like a Whale?
El ballenero avanzaba
Sobre el papel
Magritte pintaba
como ondas marinas, dijo
negra sobre el Mar del Norte:
Mientras oía sus pinceles
Un hombre devorando
era la imagen
Me fui a Taos
Siempre en el limbo,
en otro lado,
y he podido irme
desde mi madre,
Magritte hizo mi retrato
tenía 30 años
las imágenes terribles
sin reproducción prohibida:
siguiendo al Grampus
en su expedición polar
de la historia
mi cabello oscuro
cabeza que flote, dijo
Claraboya, dijo.
visualizaba caníbales
a otro hombre
que perforaba mi seso.
y allá leía noticias de la guerra
lejos de la realidad,
yo que pude
en la eterna travesía
helada,
hacia los ojos del padre.
II
Para la fiesta de mayo
Llegan menos trabajadores,
sus crestas, los ojos borrachos
arde el pueblo
están muriendo gallos sus plumas,
en el pico, en la espuela
de su juerga.
Prefiero estas fiestas
que todo lo envuelven
como el pulmón pequeño
y no las patronales
bajo una corriente de aire blanco
del gallo inglés
que se ahoga muy rápido.
Hoy llegó un hombre de Alaquines
Hace sillas y petates,
“Y cualquier cosa
Quieren tigrillos,
pero yo elijo la vibración,
que no va al palenque
sombreros de palma
que usted imagine”.
ocelotes y tlacuaches
elijo la correspondencia y el ritmo
que traen las aves.
III
Hace diez años vino Leonora
y fue pintando en la pared
una mujer carnero.
Hoy veo su brazo en la columna
y quisiera decirle algo
pero no me atrevo, Eduard, como tú,
a seguir hablando a solas.
Hace tres décadas llegamos
“al jardín del edén, al lugar que buscaba”.
Cotorra, calandria, zopilote,
ensayabas separando las sílabas
“de cada palabra nueva”.
Chin-cho,
te-jón,
tla-cua-che, te respondía
y sacaban chispas tus ojos;
humedad tu lengua en mis labios.
Ahora esta enfermedad
hace de mí, un palo.
¿De dónde llega el sonido
de una lengua antigua
rebotando en mi tórax?
Tamazunchale,
pregunto a cada persona.
Quiero escuchar
el tambor de su vocablo.