Psychological support intervention in two emergency communities
Ana Esther Escalante Ferrer
orcid: 0000-0003-2005-3436/anaescalante7@hotmail.com
Profesora-investigadora, Centro de Investigación Interdisciplinar para el Desarrollo Universitario (ciidu), Universidad Autónoma del Estado de Morelos (uaem)
Bremya Olyva Jahen Jímenez
orcid: 0000-0002-7130-7128/bremyajahen@hotmail.es
Maestría en Investigación Interdisciplinar en Educación Superior, ciidu, uaem
Margarita Sarahí Martínez Rodríguez
orcid: 0000-0002-2968-6478/margarita_104@hotmail.com
Colegio Morelense de Psicología ac
Después de un sismo, la atención a la salud emocional de los afectados se vuelve necesaria. Este artículo reporta la intervención psicológica realizada por brigadistas de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (uaem) después del sismo del 19 de septiembre de 2017. La intervención ayudó al desarrollo de la resiliencia de las personas y comunidades afectadas que fueron atendidas. Los participantes generaron estrategias individuales que en conjunto les permitieron reconocer lo que tuvieron y lo que se perdió por el sismo, así como valorar lo que tienen y, a partir de identificar esa situación, continuar con sus planes, plantearse nuevos objetivos y tomar decisiones pertinentes para ellos y para su comunidad. Se destaca la capacidad de respuesta, de manera solidaria y organizada, de los psicólogos en formación y egresados de la uaem para atender la demanda de la población civil en situación de crisis.
After an earthquake, attention to the emotional health of those affected becomes necessary. This article reports the psychological intervention carried out by squad members from the Autonomous University of the State of Morelos (uaem) after the earthquake of September 19, 2017. The intervention helped to develop the resilience of the affected people and communities that were assisted. The participants generat-ed individual strategies that, altogether, allowed them to recognize what they had and what was lost as a consequence of the earthquake, as well as to appreciate what they have and, based on identifying that situ-ation, carry on with their plans, set new goals and take appropriate decisions for themselves and for their community. The capacity to respond, in a solidarity and organized manner, of the psychologists in train-ing and graduates from uaem to meet the demand of the civilian population in crisis situations is high-lighted.
apoyo psicológico, sismo, resiliencia, responsabilidad social, solidaridad
psychological support, earthquake, resilience, social responsibility, solidarity
Este artículo documenta la intervención de apoyo psicológico que realizaron brigadistas de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (uaem) en dos comunidades de la entidad después del sismo del 19 de septiembre de 2017. Las brigadas tuvieron como uno de sus objetivos sistematizar la actividad y dar cuenta de la importancia del trabajo continuado que requiere la asesoría psicológica.
La tarea fue muy complicada debido a que los brigadistas y los participantes de las comunidades tuvieron una asistencia irregular, por lo que la planeación se modificaba continuamente y hubo necesidad de improvisar en los espacios disponibles con base en las características de los afectados en cada comunidad. No obstante, fue patente el compromiso de la universidad pública estatal con su región de influencia.
Además de documentar la intervención psicológica, este artículo tiene como objetivo mostrar los resultados después de comparar el estado inicial de los habitantes y la percepción de sus condiciones tras la intervención. Conforme a la metodología que se planteó para la realización de este artículo, primero se problematiza la necesidad de intervención psicológica y se plantean los dos conceptos articuladores del análisis: solidaridad y resiliencia. Posteriormente, se analiza la intervención con una breve descripción de los escenarios, seguida de la descripción de la condición inicial de los participantes de las comunidades afectadas con su sentir en relación con la experiencia y las actividades y propósitos de éstas, para finalmente arribar a la descripción de los resultados después de la intervención.
Un sismo toma de sorpresa, trastoca las actividades y afecta la cotidianidad; de igual manera, las pérdidas materiales y humanas que deja a su paso generan cambios en los estados emocionales de las personas. La sociedad mexicana ha vivido sismos devastadores, como los de 1985 y 2017. A diferencia del de 1985, en el sismo del 19 de septiembre de 2017 las comunidades más seriamente afectas estuvieron en el estado de Morelos y no en la Ciudad de México, ya que el epicentro se localizó a doce kilómetros al sureste del municipio de Axochiapan, Morelos, en el límite con el estado de Puebla, de acuerdo con el Servicio Sismológico Nacional (ssn, 2017). El periódico El Economista (2017) informó que Morelos fue el estado más afectado del país y que, de sus municipios, Jojutla quedó devastado.
No ser la capital del país es una condición que retrasó la llegada de ayuda y la atención a los damnificados. Además, la distribución de los recursos mantuvo la lógica del modelo económico centro-periferia, lo que implicó complejas formas gestión, ya que las comunidades afectadas, aunque concéntricas a una ciudad metropolitana, recibieron el apoyo hasta que se cubrieron las necesidades de la ciudad centro.
Ante este escenario, y debido a una serie de sucesos expuestos por la sociedad civil en torno a la distribución cuestionable de los apoyos por parte del gobierno del estado, los ciudadanos decidieron atender la situación de emergencia desde dos vertientes: una que consistió en dotar a los afectados con aspectos materiales, como medicinas, artículos de primera necesidad, alimentos, agua, ropa y paliativos en caso de pérdida de vivienda, y otra que consistió en auxiliar con apoyo y asistencia psicológica a víctimas, familiares y comunidades que enfrentaron pérdidas en salud, autonomía, o de familiares y amigos.
La institución a cargo de la asistencia psicológica fue la UAEM, a través de los profesores y egresados de la Facultad de Psicología, quienes sin un protocolo ampliamente trabajado, por tratarse de una experiencia inédita, pero con la voluntad, el entusiasmo, entrega y espíritu de servicio de psicólogos en formación, lograron realizar una intervención en varias comunidades del estado de Morelos.
Solidaridad
La palabra solidaridad generalmente conlleva una carga moral positiva asociada a los conceptos de colaboración, altruismo y voluntariado. También se define como un valor humano; se trata de la posibilidad que tienen los seres humanos de colaborar con otros, la cual permite crear sentimientos de pertenencia al ayudar y dar lo mejor de sí para aportar al otro.
En las últimas décadas, la concepción de la solidaridad se ha transformado con las acciones realizadas ante los fenómenos naturales, como sismos, huracanes y explosiones volcánicas que se presentan y afectan a la sociedad. El estudio de Castillo et al. (2011) muestra que la sociedad moderna define la solidaridad en términos de igualdad y equidad; deja la perspectiva individual para construir un modelo basado en la acción colectiva, teniendo en cuenta las distintas realidades y necesidades concretas de las personas.
Por su parte, Torrejón et al. (2005) definen la solidaridad como la acción fraterna que implica ponerse al lado del otro, en una actitud empática y generando una actitud de colaboración. Desde la perspectiva sociológica, la solidaridad es la base de un sistema de cooperación social y no se constituye simplemente desde la acción de un sujeto que posee la expectativa de colaboración, sino además desde la experiencia de la persona destinataria de esa ayuda, quien debe utilizarla para lograr inclusión en cualquier sistema social.
Dentro de la psicología podemos ubicar la solidaridad como un elemento básico de las conductas prosociales, que son las que se enfocan en lo comunitario para conseguir la participación activa de sus integrantes, con el fin de influir o modificar su realidad social en busca de un beneficio para la comunidad, siempre por el bien del otro.
Resiliencia
La resiliencia es “la capacidad humana de hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas y salir de ellas fortalecido o incluso transformado” (Grotberg, 1996). El desarrollo de esta capacidad es un proceso que depende del tiempo y las circunstancias. En el caso de un sismo, la resiliencia se relaciona con la readaptación de las personas a su contexto. La importancia de llevar a cabo este tipo de procesos es que contribuyen a que las personas afectadas superen lo sucedido y puedan volver a retomar sus actividades cotidianas con una nueva perspectiva que los fortalezca, o bien, los transforme y generen nuevos aprendizajes que les permitan enfrentar y superar futuras situaciones similares a las vividas. El apoyo de profesionales en la construcción de personas resilientes es conveniente y necesario, debido a que proporcionan las herramientas necesarias o complementan las ya adquiridas para que este proceso se lleve a cabo en el menor tiempo o de la mejor manera.
En el caso del sismo del 19 de septiembre, las brigadas retomaron el modelo Tengo/Soy/Estoy/Puedo de Grotberg (2008) para poder colaborar en el proceso de resiliencia de las personas afectadas. De igual manera, se apoyaron en una estrategia efectiva para la construcción de la resiliencia: la generación de dinámicas y actividades con las que cada individuo se pudiera relacionar con otros que conforman la comunidad en la que habitan y pudiera comprender que, con el tiempo y poco a poco, lo desagradable de la experiencia se irá superando, al igual que el cambio que esto conlleva.
La organización de brigadas
El sismo del 19 de septiembre, de magnitud 7.1 y con epicentro a doce kilómetros al sureste del municipio de Axochiapan, dejó a varios municipios y estados colindantes en situaciones vulnerables; cientos de familias damnificadas, edificios con daños estructurales, derrumbes y comunidades incomunicadas. Por ello, algunos grupos de personas se comenzaron a coordinar para remover escombros, atender emergencias de salud, organizar centros de acopio y distribuir víveres a los damnificados. Las tecnologías de la información y comunicación fueron esenciales para distribuir la ayuda. Además, a través de las redes sociales, las personas comenzaron a compartir información de lo que se requería en las distintas zonas afectas del estado.
La uaem, ante esta situación y con el compromiso que tiene con la sociedad, brindó apoyo inmediato, aun cuando sus instalaciones y los miles de universitarios que la integran fueron también afectados. Durante los tres días posteriores al sismo, profesores, personal administrativo y estudiantes, así como familiares de la comunidad universitaria, organizaron brigadas de acuerdo con el apoyo que cada uno podía ofrecer.
Iniciativas de la Facultad de Psicología
La Facultad de Psicología organizó brigadas de apoyo psicológico. El interés surgió de los estudiantes que acudieron con sus docentes a solicitar capacitación para poder brindar intervención en este tipo de emergencias. Ante tal demanda, docentes de la facultad convocaron a estudiantes y egresados, así como a docentes y especialistas en áreas afines a capacitaciones sobre intervención psicológica en situaciones de emergencia. Después se identificaron las comunidades que requerían apoyo de este tipo.
Entre las acciones realizadas en los primeros días destacan: entrega de víveres, ropa y medicamentos; apoyo psicológico por grupos de edad (niños y adultos); espacios de contención para las personas que tuvieran la necesidad de hablar sobre su situación, y levantar información sobre la situación de riesgo de la comunidad.
Durante el primer fin de semana posterior al sismo, en reunión con los brigadistas, se evaluó la situación de diversas comunidades. Se discutió la información sobre cada una de las zonas a las que acudieron y se habló de las situaciones de riesgo a las que estaban expuestos, entre otras cosas, por el incremento de la inseguridad derivada de la presencia de grupos de delincuencia organizada, de la posibilidad de sufrir un asalto, así como de la presencia de grupos armados en las carreteras. Se analizó la falta de material de apoyo para las actividades en las brigadas (equipo de seguridad, transporte y material didáctico, por ejemplo), así como las condiciones naturales: lluvias, riesgo de desbordamiento de ríos, actividad del volcán Popocatépetl y desgajamiento de cerros.
Con base en la información recabada, se designaron brigadas para las comunidades con clara demanda de apoyo psicológico, tales como Jojutla, Chalcatzingo, Tenango, Ocuituco, Tetela del Volcán, Yecapixtla y Mazatepec. Se gestionaron equipos de seguridad1 y se les dio a los brigadistas una breve capacitación de emergencia por parte de uno de los miembros del equipo de protección civil. Para la zona oriente, se formó una brigada que atendió a las comunidades de Tenango y Zacualpan. La brigada inició con diecinueve personas, de las cuales la mayoría eran estudiantes de la Facultad de Psicología. Para la transportación de la brigada se contó en un inicio con autos particulares y posteriormente se gestionó un vehículo de la uaem.
La metodología utilizada para la intervención psicológica se basó en el Triple Diagnóstico (Núñez, 1996), aplicado en adultos, y el Breve Abordaje Lúdico (Atilano, 2001), para los niños. Se estableció un compromiso de trabajo de nueve sesiones consecutivas, con dos horas por sesión los días domingo.
El estado de Morelos cuenta con 33 municipios, uno de los cuales es Jantetelco, donde dos de sus principales comunidades fueron seriamente afectas por el sismo: Tenango, ubicada al sur del municipio, y Chalcatzingo. En ambas comunidades, las iglesias presentaron daños importantes en bardas y paredes. En Chalcatzingo, una persona murió por la caída de la cúpula de la iglesia de San Mateo. Asimismo, muchas de las casas en ambas comunidades tuvieron daños estructurales, lo que ocasionó un clima de incertidumbre y desaliento en la población.
Tenango
Previo acuerdo con el director de la escuela primaria de la localidad, se concretó iniciar la intervención el 1° de octubre. Con la presencia de los brigadistas en el punto y fecha acordados, se fue recibiendo a algunos niños y padres de familia con los cuales cada uno de los psicólogos se presentó. Poco a poco las personas fueron llegando y, cuando se formó un grupo de sesenta personas, se trasladaron a la explanada de la ayudantía. Una vez ahí, el coordinador de la brigada explicó quiénes eran y el trabajo a realizar durante las siguientes semanas. Posteriormente, se invitó a niños y adultos a realizar actividades de integración para propiciar el acercamiento visual de los participantes.
Al finalizar las actividades de integración se dividió a las personas en grupos de adultos y niños. Las edades de los 24 niños participantes oscilaban entre 2 y 9 años. De los adultos, 32 participaron en las actividades de integración y cinco más permanecieron al margen. Al grupo de adultos se le invitó a reflexionar sobre la situación de la comunidad y las propuestas que orientarían el trabajo coordinado por los brigadistas.
Con la experiencia del sismo, algunos participantes mencionaron que sentían miedo, incertidumbre, preocupación y hasta pánico; otros dijeron que se sentían desestresados, confiados y seguros en lugares abiertos, mientras que los lugares cerrados les daban desconfianza e inseguridad, en particular por la gran cantidad de información que había sobre las consecuencias y réplicas del sismo que seguían ocurriendo. Los participantes expresaron que no percibían apoyo de las autoridades civiles.
Ante esas circunstancias, el debate arribó a la propuesta de trabajar para estar unidos y lograr lo antes posible el dictamen estructural de la escuela por parte de la autoridad educativa y así estar en posibilidad de que los niños regresaran a ese espacio. Salvo que se dictaminara que la escuela no era segura, entonces tendrían que organizarse para buscar otros espacios para que los niños continuaran el ciclo escolar. Las madres de familia se organizaban con anterioridad para convidar un refrigerio a los brigadistas al término de cada sesión.
Chalcatzingo
Previo contacto con la comunidad a través de un estudiante de la uaem, el 22 de septiembre se visitó en sus domicilios a algunas señoras integrantes del coro de la iglesia. En su relato, coincidieron en haber estado ensayando en la iglesia de San Mateo para las festividades del santo patrono el día que ocurrió el sismo, cuando una de sus compañeras, al tratar de salir de la iglesia, fue golpeada por material de construcción que se desprendió del techo, el cual la hirió y le impidió salir por sí misma. Tiempo después llegó al hospital y finalmente falleció. A partir de esta situación adversa y dolorosa, se ofreció apoyo psicológico a todas las sobrevivientes del coro. La primera sesión de trabajo grupal se concertó para el domingo 1° de octubre.
En la fecha acordada, el grupo de brigadistas se presentó puntualmente. Una de las integrantes del coro fue el vínculo entre los brigadistas y la comunidad. De esta manera, poco a poco fueron llegando algunas de las mujeres convocadas a la reunión, la cual se inició con siete de ellas y posteriormente se incorporaron dos más.
El coordinador de la brigada les comentó que la intervención tendría una duración de al menos seis semanas y expuso la forma de trabajo. Enfatizó en hablar de los sentimientos y distinguirlos; comentó que se hablaría de la situación, de la resignación y de la resignificación, y para ello el apoyo entre las participantes sería necesario.
Durante la intervención en las comunidades mencionadas se llevaron a cabo diversas actividades con base en la metodología propuesta por los integrantes de la brigada, las cuales perseguían distintos fines, ya sea de integración o de catarsis. Las actividades se describen a continuación.
Presentación en ambas comunidades: Los brigadistas se presentaban con los miembros de la comunidad a través de actividades de integración, cuyo propósito era alejar un poco y por un rato a los participantes de la situación vivida y también recuperar la importancia de la persona pese a la condición que se vivió.
Catarsis en Tenango: A través de dibujos, adultos y niños externaron los sentimientos que tenían respecto a lo sucedido. La finalidad era conocer la idea e imagen que tenían en ese momento sobre lo sucedido y que desahogaran los sentimientos que el evento les había provocado.
Catarsis en Chalcatzingo: La dinámica denominada “Sentimientos, resignación y resignificación” se abordó únicamente con adultos, con la finalidad de trabajar el duelo. Consistió en pedirles que externaran el sentimiento que tuvieron en el momento del sismo. Con la misma intención y para contribuir al desarrollo de la resiliencia, se aplicó a los niños la dinámica denominada “¿Cómo se sienten?”, con la que se les pidió que externaran todo lo relacionado con el día del sismo. La dinámica de la ofrenda se realizó en esta comunidad por el fallecimiento, antes mencionado, de una de las integrantes del coro de la iglesia.
Pruebas proyectivas en ambas comunidades: Se aplicaron las pruebas de la Casa, el Árbol y la Persona (htpp); Familia Kinética, y Figura Humana, tanto a niños como a adultos. La prueba de Historia de Vida se aplicó sólo a adultos y la de Dibujo Libre sólo a niños. La finalidad de la aplicación de estas pruebas fue conocer un poco la situación emocional en la que se encontraban los participantes después del sismo.
Tenango
Después de poco más de seis semanas, se llevó a cabo la valoración de la intervención psicológica realizada, en que participaron niños y adultos de la comunidad y brigadistas de la uaem. El objetivo de la valoración fue conocer la perspectiva de los habitantes de la comunidad posterior a la intervención, respecto a lo sucedido el 19 de septiembre, con base en las dinámicas utilizadas.
La valoración fue en torno a las preguntas: ¿qué vamos a hacer?, ¿qué aprendimos? y ¿quiénes somos ahora? Con esta dinámica se concluyó que existe una mejora en razón de que, al inicio del proceso de intervención, se percibió poca colaboración grupal; es posible afirmar que hubo una mejora en la comunicación, que permitió conocer las necesidades del otro y cómo pueden aportar a los demás. No obstante, persistió la visión de ser damnificados, pero también hubo una identificación con ser habitantes de la comunidad.
Durante la evaluación se pudo observar que la situación y el trabajo en equipo habían modificado la mirada sobre los brigadistas, quienes pasaron de ser extraños a identificarse como amigos, compañeros, estudiantes, hijos de dios y como parte de una comunidad.
Respecto a los aprendizajes que obtuvieron los participantes, declararon haber aprendido a no ser tímidos, a compartir, ayudar, conocer su cuerpo, valorar todo aquello que tienen y a participar activamente en todo aquello en lo que puedan aportar. En cuanto a lo que van a hacer, referían ayudar a los familiares que lo necesitan.
Chalcatzingo
La dinámica de evaluación de la intervención tuvo el mismo objetivo de conocer la perspectiva actual de los habitantes de la comunidad después de la intervención. Al inicio en la comunidad de Chalcatzingo, el trabajo era fundamentalmente con adultos y con pocos niños; posteriormente se fue incrementando la participación infantil. El grupo de adultos inició con las mujeres que pertenecían al coro de la iglesia de la comunidad, quienes invitaron al resto de los participantes al trabajo con los brigadistas.
En la sesión de cierre, los participantes se identificaron como comunidad y voluntarios, al mismo tiempo que reconocieron la intervención de la brigada. De sus aprendizajes obtenidos, mencionaron diversos aspectos que contribuyen de manera individual y comunitaria, por ejemplo, ser fuertes, pero no sólo en cuanto a lo que les sucede de manera personal sino como comunidad. Además, refirieron que aprendieron a superarse a sí mismos, valorarse, relajarse, ejercitarse, quemar miedos, convivir y, sobre todo, seguir adelante.
Respecto a qué van a hacer después de la intervención, declararon la importancia de trabajar en equipo, ejercitarse juntos, cantar, invitar a más integrantes de la comunidad a que sigan con ellos, comunicarse, convivir, recordar lo que pasó como una experiencia más y darle seguimiento a lo aprendido.
En el grupo de los niños se observó mucha disposición y ánimo al participar en las dinámicas que se realizaban, pues se mostraron atentos y externaban las dudas e ideas que les surgían. Durante la evaluación se identificaron como personas, integrantes de la iglesia, humanos, felices, buenos, alegres, en ocasiones traviesos, hijos de dios y parte de la comunidad.
El aprendizaje de los niños hizo referencia a cantar, convivir, jugar, pintar, quitarse el miedo también en nuevas circunstancias. Mencionaron valorarse, compartir, devolver las cosas que toman de la naturaleza y las cosas que les prestan, poner atención, hacer lo que se les dice para poder trabajar bien, socializar/conocer gente, perder y ganar, trabajar en equipo, ser solidarios, tener entusiasmo y ser optimistas con lo que les pasa.
Además, mencionaron que posteriormente a la intervención de la brigada seguirían participando en actividades comunitarias y compartiendo lo que aprendieron; manifestaron el deseo de abrazar a quienes los necesitan, olvidar todo lo que ha pasado, respetarse entre todos porque son una comunidad, ser buenos con los demás compañeros, trabajar en equipo, apoyar y ayudar a las personas a sacar sus miedos, cuidar el planeta, pedir por los afectados y, sobre todo, ser felices.
La situación de emergencia que se vivió a causa del sismo del 19 de septiembre, y que se mantuvo meses después, dejó en evidencia que la existencia de protocolos de intervención psicológica y de personal capacitado para actuar ante estas situaciones es escasa. En este artículo se destaca la capacidad de respuesta, de manera solidaria y organizada, de los psicólogos en formación y egresados de la uaem para atender la demanda de la población civil en situación de crisis. A través de la intervención realizada se ayudó al desarrollo de la resiliencia de las personas y las comunidades.
La brigada de apoyo psicológico planteó dinámicas y actividades con los objetivos de que cada individuo se relacionara con los miembros de su comunidad, que fuera consciente de la situación que estaba viviendo y que reconociera la experiencia del fenómeno natural, la cual también movilizó muchas otras cuestiones personales. Los involucrados en las diversas situaciones ocurridas hicieron lo que estuvo a su alcance. Por ello se les brindaron estrategias para que, de manera individual y en conjunto, reconocieran lo que se perdió por el sismo, pero también que valoraran todo lo que se tiene y lo que se tuvo, que implica no sólo aspectos materiales sino también emocionales para que, a partir de esa situación, pudieran continuar con sus planes, generar nuevos objetivos y tomar mejores decisiones, adecuadas y pertinentes para ellos y para su comunidad.
Como brigada se aprendió a actuar ante situaciones de emergencia, ya que fue necesario tener una rápida capacidad de respuesta ante los cambios, lo que llevó a los brigadistas a adaptarse a las condiciones adversas en las que trabajaron. Por otro lado, si bien tenían un plan de trabajo, al llegar a las comunidades hicieron ajustes y adaptaciones según las condiciones de cada día. Por lo tanto, también los brigadistas desarrollaron estrategias para su propia resiliencia.
Este tipo de acciones que se hacen de manera voluntaria resaltan la importancia de brindar y contar con apoyo psicológico en situaciones de crisis. Asimismo, se destaca la alta capacidad de resiliencia de la población en general para la reconstrucción personal y del entorno en que se encuentran, al volverse actores activos que se organizan para buscar un estado de bienestar incluso mejor que aquel en el que se encontraban antes del sismo.
1 El equipo de seguridad, que consistía en cascos, chalecos, guantes y gafas de protección, fue donado por la Cámara Nacional de la Industria de Transformación (Canacintra) de Morelos.
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