♦ Horacio Crespo
uaem, Cuernavaca, 2016, 490 páginas
isbn: 978-607-8519-02-6
Las reflexiones que se elaboran aquí se articulan en torno a una pregunta: ¿sobre qué proposiciones podría fundamentarse una historiografía de América Latina? América Latina no es sólo un ámbito geográfico sino un topos hermenéutico, una trama compartida de significados, un ethos cultural básico, una historia con posibilidad de enhebrarse en significantes comunes. Una vasta y polifacética construcción cultural e histórica, con vigorosa capacidad de producción de sentido identitario y valioso potencial de proyección política emancipatoria con contenidos y vías plurales. Es básicamente, asimismo, un corpus de textos y de íconos, y una fascinante exégesis tejida sobre ellos: una intertextualidad constituyente.
Es cierto que hay heterogeneidad, discontinuidad y diacronía entre los distintos agregados societarios que conforman el compuesto así constituido, pero esas determinaciones concretas no invalidan sino que refuerzan que la explicación y comprensión de las acciones y procesos sociales encuentren también referencia fundamental en la cultura y la temporalidad de lo latinoamericano.
En esta obra es indispensable remarcar que esta concepción de lo latinoamericano se aparta esencialmente del objetivismo cientificista de la tradición positivista, que el autor considera que sigue siendo —más allá de múltiples argumentaciones y reparos puntuales y justificados a esta afirmación— el paradigma dominante de las ciencias sociales académicas. La “disputa del positivismo”, tal como se tituló una crucial y célebre controversia de hace ya varias décadas entre la llamada teoría crítica de la escuela frankfurtiana y el racionalismo crítico, sigue siendo la cuestión nodal en la discusión acerca de los fundamentos del conocimiento historiográfico y de las llamadas ciencias sociales.
La perspectiva que aquí se sostiene lleva también a cuestionar la posibilidad de neutralidad del latinoamericanismo. La misma constitución histórica del concepto está articulada con una postulación de práctica para el cambio, de reconocimiento identitario como instrumento de confrontación con la dominación externa. A partir de ella, la asunción de compromiso bajo forma de praxis política, intelectual y social, y no de neutralidad en términos de campo de conocimiento académico, se asocia como la sombra al cuerpo en relación con las cuestiones de América Latina.
Es un compromiso del intelectual —en su valor sartreano, aunque hoy el concepto rechine como aparejo activado tras largo desuso— en tanto elemento central de su naturaleza y definición, de su hacerse en la práctica: compromiso con una proyección de transformación de la sociedad en una configuración de autorreconocimiento autonómico e identitario en las esferas de la cultura y la ciencia, la política y la economía, respecto de cualquier preponderancia heterónoma, de equidad con las mayorías sociales.
♦ Fernando González Gortázar
uaem/Arquine, Cuernavaca/México df, 2014, 173 páginas
isbn: 978-607-7784-79-1
Desde que en 1958 las Torres de Ciudad Satélite fueron terminadas, se convirtieron en señal o señuelo de que el México posrevolucionario, violento, pintoresco y exótico estaba llegando a su fin, para dar paso a un país moderno, cosmopolita, próspero y de vanguardia.
Visto casi sesenta años después queda aún más claro lo que ya era obvio entonces, esto es, que se trataba de un espejismo promovido por sucesivos gobiernos, con el apoyo entusiasta de los beneficiarios de la corrupción descarada y de la injusticia que, al día de hoy, mantienen a más de la mitad de la población nacional en la pobreza.
Ciudad Satélite detonó el explosivo crecimiento del noroeste de la Ciudad de México y, por fortuna, sus inversionistas tuvieron el acierto de encargar el proyecto a Mario Pani y su Taller de Urbanismo; éste, el de llamar a Luis Barragán para crear un elemento visual que diera identidad y singularizara la enorme lotificación, y Barragán, a su vez, el de invitar a Mathias Goeritz, quien llevaba casi una década asentado en Guadalajara y en la Ciudad de México sucesivamente, para enfrentar juntos este reto.
Así, las Torres de Ciudad Satélite no sólo fueron divulgadas ampliamente por el mundo y valoradas como una aportación a la cultura, sino que al mismo tiempo fueron utilizadas de inmediato para toda suerte de imágenes en las que se quisiera mostrar algo como vanguardista y prestigioso.
♦ Laura Silvia Iñigo Dehud
uaem, Cuernavaca, 2015, 101 páginas
isbn: 978-607-8434-49-7
En este libro se presenta una propuesta educativa en el análisis del lenguaje de los medios de comunicación, principalmente la televisión, entre niños y jóvenes. Actualmente, algunas organizaciones educativas han propuesto la aplicación de la educación para los medios, y la creación de nuevos programas requiere de estudios multidisciplinarios desde otras perspectivas, como la política o la psicológica.
Esta publicación plantea sus propuestas a partir de la investigación en tres campos: el social, el educativo y el gráfico-visual. Así, se estudian las políticas educativas que se han establecido en México para la inclusión de los medios en el proceso de aprendizaje. Asimismo, se analizan los efectos que produce la televisión en los consumidores. Entre los elementos negativos se ha mencionado, por ejemplo, que los medios masivos destruyen los lazos sociales tradicionales con la familia y la comunidad.
En este contexto, el objetivo de la educación para los medios es crear una visión analítica en los estudiantes. Se busca que tomen actitudes reflexivas y creativas ante la información que se les proporciona a través de los medios de comunicación presentes en su vida cotidiana, pero que pocas veces son incluidos en los programas educativos. La educación para los medios surge como una alternativa para la formación de individuos con recepción crítica ante los medios de comunicación masiva.