Estas son interrogantes que nacen en la mente del estudiante universitario: ¿Cómo elaborar en mi universidad un proyecto social para lograr el empoderamiento en las comunidades vulnerables? ¿Qué es un proyecto social? ¿Qué es el empoderamiento? ¿Cuáles son las comunidades vulnerables? ¿Por dónde debo comenzar?
El presente artículo es un preámbulo de un libro didáctico cuya pretensión es contribuir en la organización, planificación, ejecución, dirección y control de actividades emprendedoras, que orientan el inicio y la culminación de proyectos con metodologías de investigación social para las universidades, sobre la gestión de procesos que permitan articular acciones generadoras de bienes y servicios para la transformación de las comunidades vulnerables.
En este sentido, el objetivo de este artículo es contribuir a la estimulación de una cultura del emprendimiento social en las universidades, cuya misión contemple la formación humana de profesionales con capacidad para la comprensión de problemas en las comunidades, y la gestión operativa de las alternativas de solución en función de sus necesidades.
Dentro de este propósito es importante distinguir que, para la comprensión del lector, se intenta explicar un marco conceptual de las variables de proyectos sociales, herramientas de las universidades, empoderamiento y comunidades vulnerables. Con ello se quiere significar que la relación que se establece entre estas variables forma parte importante de la cultura universitaria.
Sobre la base de estas ideas se elabora un marco teórico que brinda las ideas principales a los estudiantes, sobre todo los que no están inmersos en las ciencias sociales y en investigación, los elementos necesarios para dar los primeros pasos en el camino para alcanzar sus objetivos académicos y sociales.
Proyectos sociales
Desde una perspectiva general, los proyectos pueden ser definidos como un conjunto de actividades coordinadas y secuenciales, orientadas al alcance de un objetivo. Estas actividades son temporales o sucesivas, pues tienen un principio, una etapa media y un final.1 Los proyectos son un conjunto de actividades concretas, interrelacionadas y coordinadas entre sí que se realizan con el fin de producir determinados bienes y servicios capaces de satisfacer necesidades o resolver problemas.2
Los proyectos sociales son proyectos comunitarios que emergen de un conjunto de ideas plasmadas en un documento que incluye posibles acciones a desarrollar en un periodo establecido, con determinados recursos, para satisfacer necesidades y resolver problemas específicos de una comunidad con la participación activa y protagónica de sus miembros.3
Resulta oportuno acotar que todo proyecto requiere de la investigación, de modo que, en el ámbito de los proyectos sociales, se hace presente la investigación social, definida como el proceso que recurre al método científico para obtener nuevos conocimientos a partir de una realidad social y diagnosticar las necesidades y problemas en la búsqueda de soluciones. Significa entonces que, en tanto que la investigación pura se traduce en la obtención de nuevos conocimientos, la utilidad de éstos se evidencia en la investigación aplicada.4
Herramientas de las universidades
Son muchas las herramientas que utilizan las universidades ante el vertiginoso crecimiento de la globalización, que se reflejan, entre otros, en avances de innovación tecnológica. No obstante, los proyectos sociales representan la herramienta que hace posible la relación entre las comunidades y las universidades a través de sus docentes y estudiantes. En este sentido, los proyectos sociales deben ser fruto del esfuerzo compartido y el trabajo solidario y mancomunado del colectivo, en el cual se desenvuelven las relaciones entre las comunidades y los participantes del proceso de enseñanza-aprendizaje.5
Siendo las cosas así, resulta claro que el estudiante, el profesor universitario y la metodología forman parte integral de este proceso, dentro del cual se hace mención de las funciones gerenciales que debe cumplir el docente para la ejecución de un proyecto social. En otras palabras, el alcance de los objetivos de los proyectos sociales conlleva un proceso gerencial en el que se coordina la planificación, organización, dirección y control de los recursos disponibles: humanos, físicos, tecnológicos y financieros, para lograr los objetivos previamente establecidos.6 En este sentido, las universidades depositan en sus docentes la responsabilidad de desarrollar en los estudiantes su capacidad general de entendimiento con justa escala de valores personales y comunitarios.
Empoderamiento
Volviendo la mirada hacia el docente y considerándolo como quien hace uso del empoderamiento como estrategia gerencial, coordinando e impulsando la motivación hacia una cultura de participación en sus estudiantes en el ejercicio de su liderazgo, resulta oportuno mencionar que empoderamiento, facultamiento o empowerment, según diferentes autores, consiste en la delegación equitativa de autoridad y responsabilidad sobre la realización de actividades dirigidas al logro de un objetivo. En efecto, el empoderamiento consiste en potenciar la motivación y los resultados de todos los colaboradores de una organización o contexto, a través de la delegación y transmisión del poder y permitiendo la retroalimentación oportuna sobre el desempeño.7
La utilización del empoderamiento como estrategia gerencial del profesor fortalece el sentimiento de eficacia en los estudiantes, pues les abre una puerta de participación en la toma de decisiones, para expresar sus ideas, iniciativa e imaginación. Visto desde esta perspectiva, se puede considerar que el empoderamiento es la creación de un clima organizacional que libera el conocimiento, la experiencia y la motivación que residen en las personas.8
Comunidades vulnerables
Los grupos o comunidades vulnerables son aquellos que, “por circunstancias de pobreza, origen étnico, estado de salud, edad, género o discapacidad, se encuentran en una situación de mayor indefensión para hacer frente a los problemas que plantea la vida y no cuentan con los recursos necesarios para satisfacer sus necesidades básicas”.9 La vulnerabilidad coloca a quien la padece en una situación de desventaja en el ejercicio pleno de sus derechos y libertades.10
La situación descrita hace pensar que la vulnerabilidad y la pobreza van de la mano. Algunas familias en hogares pobres pueden aprovechar las oportunidades con programas contra la pobreza para mejorar sus ingresos; no obstante, otras familias permanecen en ella, lo cual se denomina transición de la pobreza, es decir, la tendencia a reforzar su nivel de vulnerabilidad y marginalización.11 Asimismo, se debe acotar que las personas que viven en pobreza se sienten vulnerables por las carencias o necesidades.
Del mismo modo, debe señalarse que la vulnerabilidad social se define como “la incapacidad de una persona o de un hogar para aprovechar las oportunidades, disponibles en distintos ámbitos socioeconómicos, para mejorar su situación de bienestar o impedir su deterioro […] Como el desaprovechamiento de oportunidades implica un debilitamiento del proceso de acumulación de activos, las situaciones de vulnerabilidad suelen desencadenar sinergias negativas que tienden a un agravamiento progresivo”.12
Sobre la base de este marco teórico conceptual se puede afirmar que las universidades, con una cultura emprendedora, focalizan su atención en el empoderamiento de las comunidades vulnerables, para contribuir a mejorar su calidad de vida a través de la organización, planificación, ejecución, dirección, control y evaluación de los proyectos sociales. Esta inferencia despierta la necesidad de definir el significado de la calidad de vida como la percepción que una persona tiene sobre las condiciones en las que vive.
En una forma más amplia, ésta se define como el estado de satisfacción general, derivado de la realización de las potencialidades de la persona, que incluye dos aspectos, uno subjetivo y otro objetivo: “Es una sensación subjetiva de bienestar físico, psicológico y social. Incluye como aspectos subjetivos la intimidad, la expresión emocional, la seguridad percibida, la productividad personal y la salud objetiva. Como aspectos objetivos el bienestar material, las relaciones armónicas con el ambiente físico y social y con la comunidad, y la salud objetivamente percibida”.13 Estas sensaciones subjetiva y objetiva que las personas perciben para definir su estado de satisfacción pueden servir como indicadores sobre la calidad de vida.
De acuerdo con Cerda, las etapas y fases de un proyecto incluyen “desde la introducción al proyecto hasta la determinación de la comunidad como núcleo de trabajo”,14 así como la planificación de las actividades y su ejecución, las cuales cambian de acuerdo con el tipo de proyectos y los objetivos planteados en cada caso. No obstante, antes de diseñar y planificar un proyecto es indispensable realizar un acercamiento previo a la comunidad, destacando las posibilidades, características y dificultades que puede enfrentar el proyecto.
Sobre la base de las ideas expresadas y fundamentadas en las teorías conceptuales se considera pertinente describir de forma general los elementos que componen las etapas o fases de los proyectos sociales, como estrategia gerencial universitaria para el empoderamiento de las comunidades vulnerables.
Fase I: diagnóstico situacional
En esta etapa el profesor como gerente debe tener un pensamiento estratégico con alto grado de intuición y aplicación de un buen juicio basado en su experiencia, para seleccionar la comunidad sobre la cual se va a accionar para transformar en el futuro.15 Para ello es necesario realizar una lluvia de ideas que le permita organizar su equipo de trabajo en grupos de estudiantes, coordinando las mentes creativas y asignando actividades, funciones y tareas: “El análisis de problemas es una técnica participativa, que ayuda a desarrollar ideas creativas sobre las causas y consecuencias del problema central, en una relación causa-efecto”.16
En este sentido, seguidamente, se lleva a cabo una investigación social con trabajo en equipo, abordando la comunidad vulnerable seleccionada, utilizando técnicas e instrumentos de investigación, como la observación directa y las entrevistas, de manera que se recojan los datos de la realidad social, para determinar los indicadores de calidad de vida, haciendo un análisis de las fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas, en las que se encuentra la comunidad.
Luego, se elabora el diagnóstico situacional, que es una de las herramientas teórico-metodológicas más importantes para llegar al conocimiento de lo que está ocurriendo en la comunidad, pues se acude a las bases teóricas conceptuales para comparar lo que debe ocurrir en la realidad social con lo que acontece. En un estudio sobre problemas sociales se recogen y sistematizan, relacionan, analizan e interpretan datos e informaciones sobre estos problemas.17 En este sentido, el diagnóstico debe explicar claramente por qué se cree que se produce el problema identificado y por qué se debe actuar sobre él, de la forma propuesta y no de otra.18
Este análisis situacional permite vislumbrar las variables y los indicadores sobre los que se fundamentan las dimensiones de las variables seleccionadas para la elaboración del proyecto. En este mismo orden y dirección se identifican y jerarquizan las necesidades, para contemplar el título del proyecto, el objetivo general, los objetivos específicos, su delimitación y su justificación.
Fase II: organización
La investigación participativa se concibe como un proceso de investigación orientado a facilitar la transformación social.19 En esta fase, se debe lograr la integración del profesor como gerente del proyecto con sus equipos de trabajo, coordinando la participación de los estudiantes con los miembros de la comunidad. En este sentido, se destaca la necesidad de capacitación para todas las personas que participan en el proyecto, la cual debe comenzar antes de iniciarlo porque muchos de sus aspectos pueden ser incomprensibles para la población de menor nivel educativo o cultural.
Así como los propulsores del proyecto deben entrar a informarse sobre los problemas y necesidades de la comunidad, los miembros de ésta deben conocer todos los aspectos inherentes al mismo y los medios que se utilizarán para llevarlo a la práctica. Esta capacitación será permanente durante el tiempo que dure el proyecto y puede variar en la medida de las exigencias que éste imponga.20
En esta fase también se forman grupos para áreas específicas y se asignan funciones para decidir quién hará qué. En función de las capacidades se delega responsabilidad a la par de la autoridad para el empoderamiento de las comunidades, cuyos miembros van a sentirse motivados y comprometidos con el éxito del proyecto para mejorar su calidad de vida.
Cabe agregar que en esta etapa se hace una distinción importante, pues se determina lo que se tiene y lo que hace falta, es decir, los recursos financieros. Algunas universidades cometen el error de buscar los recursos financieros en los mismos estudiantes involucrados en el proyecto, otras tienen un presupuesto para tales fines, en algunos países los gobiernos locales otorgan los recursos, y algunas empresas privadas cumplen su responsabilidad social contribuyendo con los recursos para los proyectos sociales.
Fase III: planificación
La planificación de las actividades es una tarea clave para el éxito de un proyecto comunitario: “Si bien deberá existir un cronograma de actividades y una descripción del desarrollo del proyecto, no hay duda de que la planificación debe ser flexible, y adaptarse a situaciones cambiantes y diferentes que pueden no haber sido contempladas”.21
Aguilar Idáñez menciona las tareas como condición para la organización, el ordenamiento y la coordinación para el logro de los productos, metas y objetivos del proyecto:
En esta fase del proyecto se determina la forma más eficaz para alcanzar los objetivos pautados, tomando medidas para triunfar ante las dificultades inesperadas con los recursos adecuados. Por ello se hace necesario que el gerente del proyecto, en primer lugar, elabore un plan de acción en el que se estructuren las actividades y tareas necesarias, que indiquen con precisión qué es lo que se debe lograr, y en forma detallada, quién, qué, cuándo, dónde, cuánto, por qué y cómo lograr los objetivos del proyecto.
En segundo lugar, el mismo gerente debe elaborar un cronograma colocando el orden y tiempo para cumplir con esas actividades y tareas. Puede ser elaborado de forma manual o utilizando programas especializados.
Esta etapa tiene un efecto positivo para los responsables del proyecto, pues permite a la comunidad identificar y aprovechar oportunidades internas, al mismo tiempo que reduce las amenazas externas.
Fase IV: motivación
Elaborados el plan de acción y el cronograma de actividades, el gerente del proyecto debe encauzar sus esfuerzos hacia un comportamiento motivacional que contemple conocimientos y prácticas para el desarrollo social. Éstas pueden ser reuniones que incluyan actividades lúdicas, demostrativas y participativas que busquen la generación y el fortalecimiento de conocimientos, capacidades y habilidades conducentes a motivar un cambio de actitud en las familias participantes. En este sentido, la participación del gerente del proyecto en esos grupos informales es de especial importancia en la formulación e implementación de los cambios estratégicos.
Algunas veces en esos encuentros los miembros de las comunidades planifican encuentros sucesivos en los que participan jóvenes y niños. Son encuentros recreativos y creativos, en cuanto al diseño de logotipos, misión, visión, entre otras cosas, en función de los bienes, productos y servicios de los que se suele sacar mucho provecho. Se quiere significar con esto que el comportamiento democrático por parte del gerente trae como resultado actitudes más positivas hacia el cambio y una mayor productividad en los miembros de las comunidades.
Fase V: resultados
En esta fase se mide el alcance de los objetivos del proyecto. Algunas veces éstos se evalúan transformando los indicadores de las variables en afirmaciones o transformando los objetivos en preguntas. Se construye un cuestionario, validado por especialistas y aprobado por expertos, y se le pide a los miembros de la comunidad beneficiada llenarlo, de tal manera que se pueda identificar el éxito o fracaso del proyecto en términos porcentuales.
Los proyectos sociales forman parte de la responsabilidad social de las organizaciones, entre ellas las universidades. Representan una herramienta que éstas deben utilizar como estrategia para emprender acciones tendientes al empoderamiento de las comunidades vulnerables, con la organización, planificación, ejecución, evaluación y control de acciones dirigidas a satisfacer las necesidades para la transformación de situaciones que permitan elevar la calidad de vida.
1 Antonio César Amaru Maximiano, Administración para emprendedores. Fundamentos para la creación y gestión de nuevos negocios, Pearson Educación, México df, 2008, p. 69, https://goo.gl/SjzJQK
2 Ezequiel Ander-Egg y María José Aguilar, Cómo elaborar un proyecto. Guía para diseñar proyectos sociales y culturales, Lumen Hvmanitas, 18ª ed., Buenos Aires, 2005, https://goo.gl/VuSZUD
3 Fidia Arias, El proyecto de investigación: introducción a la investigación científica, Episteme, 6ª ed., Caracas, 2012, https://goo.gl/HH5e2w
4 Ezequiel Ander-Egg, Técnicas de investigación social, Lumen Hvmanitas, 24ª ed., Buenos Aires, 1995.
5 Marcos Fidel Barrera Morales, Cómo elaborar proyectos urgentes, Quirón Sypal, 2ª ed., Bogotá, 2008.
6 Santiago Garrido, Dirección estratégica, McGraw Hill Interamericana, 2ª ed., Madrid, 2006.
7 Terry Wilson, Manual del empowerment: cómo conseguir lo mejor de sus colaboradores, Gestión 2000/Planeta, Madrid, 2004.
8 Ken Blanchard, Empowerment: 3 claves para lograr que el proceso de facultar a los empleados funcione en su empresa, Norma, Bogotá, 2007.
9 Iniciativa que reforma y adiciona diversas disposiciones de las leyes General para la Igualdad entre Mujeres y Hombres; del Instituto Mexicano de la Juventud; para la Protección de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes; y de los Derechos de las Personas Adultas Mayores, Gaceta Parlamentaria, núm. 3460-V, 28 de febrero de 2012, https://goo.gl/ukT8fQ
10 Idem.
11 María Falcón, “Zygmunt Bauman: reflexiones sobre pobreza y vulnerabilidad”, en Leandro González (coord.), Lecturas sobre vulnerabilidad y desigualdad social, Universidad Nacional de Córdoba/Editorial Copiar, Córdoba, 2009, p. 87.
12 Rubén Kaztman, Notas sobre la medición de la vulnerabilidad social, Universidad Católica del Uruguay (Documentos de Trabajo de ipes, Colección Aportes Conceptuales 2), Montevideo, 2000, https://goo.gl/TWMUVr
13 Rubén Ardila, “Calidad de vida: una definición integradora”, Revista Latinoamericana de Psicología, vol. 35, núm. 2, 2003, pp. 161-164, https://goo.gl/DE9ZmU
14 Hugo Cerda Gutiérrez, Cómo elaborar proyectos. Diseño, ejecución y evaluación de proyectos sociales, económicos y educativos, Cooperativa Editorial Magisterio, 4ª ed., Bogotá, 2003, p. 110, https://goo.gl/XQGZXC
15 Michel Robert, El nuevo pensamiento estratégico. Puro y simple, McGraw Hill Interamericana, México df, 2006.
16 Marco Crespo, Guía de diseño de proyectos sociales comunitarios bajo el enfoque del marco lógico, 2011, mimeo.
17 Ezequiel Ander-Egg, Técnicas…, op. cit.
18 Néstor Fernández Rodríguez, Manual de proyectos, Junta de Andalucía/Consejería de Gobernación/Agencia Andaluza del Voluntariado, Sevilla, 2002, https://goo.gl/dmnQ5M
19 María Sandín, Investigación cualitativa en educación. Fundamentos y tradiciones, McGraw-Hill Interamericana, Madrid, 2003, https://goo.gl/g3kjbU
20 Hugo Cerda Gutiérrez, Cómo elaborar…, op. cit.
21 Omaira Contreras, “Proyectos de investigación: prestación de servicio comunitario y proyecto de inversión”, Metodología de la investigación, 11 de octubre de 2013, https://goo.gl/6X5h68
22 María José Aguilar Idáñez, Trabajo social. Concepto y metodología, Consejo General del Trabajo Social/Paraninfo (Ensayos, Manuales y Textos Universitarios 3), Madrid, p. 253, https://goo.gl/tuYEoS